Una reflexión sobre asegurar el equipo

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Todo empezó una mañana de Enero. El día no era especialmente frío, pero después de unos días gélidos, un charca se había helado. Hice mi esquema de luces y empecé a fotografiar detalles del hielo.

Tenía mucho cuidado en no pisar la superficie helada. No quería resbalar, ni tampoco estropear el lugar, pero…

Todo ocurrió en un instante. Tropecé, dí un traspié, no lo se, no me acuerdo. El resultado fue que metí un pié en el hielo, y éste se partió. Me hundí, llevándome conmigo los dos flashes y sumergiendo el objetivo. La cámara no llegó a entrar en el agua, aunque sufrió salpicaduras.

 

Un accidente, un desgraciado accidente que me dejó helado – si no lo estaba ya por la temperatura. Ni que decir tiene que lo saqué todo, lo sequé, lo puse con secantes. Todo lo que se me ocurrió y había leído en foros.

 

Esto pasó un domingo. El mismo lunes llevé todo el equipo a Finicon. Al decirles que era un accidente con agua, se tomaron el tema muy en serio. Me dijeron que era fundamental decirlo porque sus técnicos dan toda la prioridad al asunto. Y así fue. Al día siguiente ya se había mirado el objetivo y la cámara. Los flashes, al estar descatalogados, no tenían reparación, así que los descartaron directamente.

Paralelamente había contactado con Urquía&Bas, la correduría del seguro que había contratado gracias a ser socio de AEFONA . Me informaron de los pasos a seguir, de qué debía hacer. Primero tener un presupuesto de reparación. Después, en el caso del equipo no reparable, tener un presupuesto para su substitución.

 

El resultado técnico fué de siniestro total para flashes y objetivo. Por suerte la cámara estaba intacta, sólo necesitaba una limpieza de salpicaduras. Con todo, a la semana siguiente ya tenía de vuelta la cámara y el equipo siniestrado. Muchas gracias Finicón por la prontitud de su respuesta y la atención recibida. No soy fan ni partidista de ninguna marca, pero hay que reconocer que lo hicieron rápido y me trataron muy bien. Hasta hablé con el jefe del departamento técnico que me explicó y comentó de los daños en el objetivo.

En este punto tenía la factura de la reparación/limpieza ( sensor incluido ) de la cámara y un presupuesto de una conocida tienda de Barcelona de un par de flashes y el objetivo. Se lo mandé todo a la Correduría de Seguros que a su vez se lo re-envió a la aseguradora ( Chubb Insurance Company of Europe SE ).

Ellos vieron con buenos ojos el presupuesto, pero para pagarme necesitaban una factura. Entonces pedí el material, y lo pagué con la tarjeta de crédito, para no tener que desembolsar dicha cantidad directamente. Envié la Factura a la Correduría y en unos tres o cuatro días, tenía el dinero ingresado.

El resultado es que en tres semanas pasé de haberme quedado sin gran parte de mi equipo, a volver a disfrutar de él. No es esto eficacia?

 

Yo soy un aficionado a la Fotografía. No soy profesional y no tengo ningún beneficio económico de ella. Y digo esto porque generalmente sólo se oyen quejas del servicio recibido en una tienda, en un servicio técnico, por una aseguradora… Pero en mi caso,  tanto Finicón, como la tienda de BCN, como Urquía&Bas, como Chubb se han portado muy bien. Debo agradecer en especial a Maria José de Urquía&Bas toda su atención, su comprensión, su velocidad y su amabilidad durante todo el proceso.

Sé que están haciendo su trabajo, pero así como nunca olvidamos quejarnos cuando las cosas van mal, creo que es necesario reconocer, valorar e informar cuando las cosas funcionan bien, como ha sido en esta caso. Otra vez, gracias a todos.

Jaume Sellart

Socio de Aefona 999

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