Viaje a la Arcadia, por Francisco Martínez

La primera noche, de las tres que pernocté durante mi estancia en la Reserva Biológica “Campanarios de Azaba”,  apenas si dormí unas horas;  y no por insomnio, sino por el relajante -a la vez que obsesivo- placer de respirar la fresca y suave fragancia que se colaba a través de la ventana