
El joven ubriqueño de 15 años, Andrés Luis Domínguez Blanco, está dejando huella en el mundo de la fotografía. Ha ganado premios tan importantes como el “GDT 2020” en Alemania o el “Wildlife Photographer of the Year 2020” del Museo de Historia Natural de Londres.

¿Qué te inspiró a comenzar en la fotografía?
Pues todo empezó cuando era pequeño. Mi padre siempre ha sido un gran aficionado a la fotografía de naturaleza, y yo lo acompañaba muchas veces al campo. Me gustaba mucho observar a los animales, estar en silencio esperando a que pasara algo… Un día me dejó probar su cámara, y desde entonces no he parado. Las fotografías de fauna las tenía que hacer al principio con trípode porque pesaba mucho. Me encantó poder capturar lo que estaba viendo, como si congelaras un momento que luego puedes revivir o compartir con otras personas. Es una sensación muy especial.
¿Tienes algún fotógrafo que te haya influenciado especialmente?
Sí, sin duda, mi padre es quien más me ha influido. Me ha enseñado no solo a usar la cámara, sino también a tener paciencia, a respetar la naturaleza y a observar con calma. Pero también me inspiro en muchos otros fotógrafos que sigo por internet o que veo en libros y concursos. Uno de ellos es Jaime Culebras. Me encanta su visión y cómo realiza las imágenes de reptiles, además de su labor conservacionista. Me gusta aprender de diferentes estilos, ver cómo otros captan la luz, los colores, los detalles… siempre se puede aprender algo nuevo.
¿Qué buscas transmitir con tus imágenes?
Lo que más me gusta es mostrar lo increíble que es la naturaleza, incluso en los rincones más pequeños o en los lugares más comunes. A veces estamos tan acostumbrados a mirar pantallas todo el día que nos olvidamos de lo que tenemos alrededor. Con mis fotos quiero que la gente se detenga un momento, que se fije, que diga “¡qué bonito es esto!”. También me gusta transmitir tranquilidad y emoción a la vez, esa mezcla que se siente cuando estás en medio del campo esperando a que ocurra algo.
¿Qué sientes cuando estás solo con tu cámara en medio de la naturaleza?
Es una sensación muy difícil de explicar, pero es de las mejores. Cuando estás solo, en silencio, esperando a que salga un animal o a que cambie la luz… te sientes parte del lugar. Te olvidas de todo lo demás. Es como si solo existieran ese momento, tú y lo que tienes delante. Hay veces que ni siquiera haces una foto, pero vuelves a casa feliz porque has vivido algo único.

¿Qué equipo consideras esencial cuando sales a fotografiar naturaleza?
Bueno, para mí lo básico es una buena cámara y un teleobjetivo, sobre todo si vas a fotografiar aves o animales salvajes. Un objetivo macro específico y un gran angular. También uso trípode muchas veces, porque ayuda a que las fotos salgan más nítidas, sobre todo si hay poca luz. Y luego cosas prácticas: baterías de repuesto, tarjetas de memoria, una linterna, ropa adecuada… Pero lo más importante, de verdad, es la paciencia. Si no tienes paciencia, es difícil disfrutar de esto.
¿Qué metas tienes como fotógrafo a corto y largo plazo?
A corto plazo quiero seguir aprendiendo, mejorando mi técnica y probando cosas nuevas, como otras formas de componer o jugar con la luz. Viajar todo lo que pueda, ya que me encanta. A largo plazo, no lo tengo tan claro todavía, pero me encantaría poder dedicarme a esto de una forma más profesional. Me gustaría estudiar Biología; me dedique de forma profesional o no a la fotografía, y tal vez publicar más libros, colaborar con revistas o incluso dar charlas para animar a otros jóvenes a empezar en la fotografía de naturaleza.
¿Cómo surgió la idea de hacer un libro junto a tu padre?
La verdad es que llevábamos mucho tiempo saliendo juntos al campo, haciendo fotos, hablando de especies, del clima, del comportamiento animal… Y un día mi padre me dio la noticia de que la editorial ANAYA (Photoclub) nos había propuesto este proyecto. Nos hacía ilusión juntar nuestras mejores fotos y contar un poco cómo las habíamos hecho, dónde, por qué elegimos ese momento… Así que nos pusimos manos a la obra. Ha sido un trabajo largo, pero muy bonito.

¿Qué es lo más importante que has aprendido haciendo este libro?
He aprendido que hacer un libro no es solo hacer fotos bonitas. Hay mucho trabajo detrás: seleccionar imágenes, escribir textos, corregir, diseñar, revisar una y otra vez… También he aprendido a ser más paciente, más organizado y a trabajar en equipo. Y, sobre todo, he aprendido lo especial que es compartir algo tan grande con alguien tan cercano como mi padre. Ha sido una experiencia que nunca voy a olvidar.
¿Cuál es el mayor problema que os ha surgido en este proyecto?
Creo que lo más difícil fue ponernos de acuerdo con qué fotos incluir. A veces a mí me gustaba una imagen que a mi padre no tanto, y al revés. Había veces que teníamos fotografías muy parecidas y teníamos que decidir cuál era la mejor para seleccionarla. También ha sido complicado encontrar tiempo, porque entre estudios, salidas al campo, edición… hay días en que se hacía todo un poco cuesta arriba. Pero al final lo importante es que los dos hemos disfrutado el proceso y estamos muy contentos con el resultado.
Muchas gracias por dedicarnos tu tiempo y darnos una visión más cercana sobre el trabajo que realizas con tanta pasión. Te deseamos mucha suerte y que sigas cumpliendo tus sueños.