Siete socios decidieron unirse a esta iniciativa y el pasado sábado 25 de marzo, a las siete de la mañana, se reunieron con Víctor en Madrid para salir con las cámaras al hombro a buscar imágenes de aves en entornos urbanos o con un significativo impacto humano a su alrededor.
Foto: Diego Moreno
A pesar de que, en nuestro país, tan solo un 3 % del territorio puede considerarse como urbano, en este reside casi el 55 % de la población. Por una mera cuestión estadística, es altamente probable que una parte significativa de los fotógrafos de naturaleza —quizá muy a su pesar— vivan en zonas urbanas.
Especialmente para el fotógrafo amateur —que dedica a la fotografía de naturaleza casi todo el, limitado, tiempo libre del que dispone más allá de obligaciones profesionales y familiares—, fines de semana, festivos o vacaciones suelen ser los momentos escogidos para disfrutar de esta afición y, si es posible, lejos de la zona de residencia habitual. Y es por ello por lo que la mayor parte del trabajo de estos fotógrafos se desarrolla en ese 97 % del territorio no urbano, despreciando la posibilidad de salir a la búsqueda de imágenes en su entorno cercano, en el entorno en el que pasan la mayor parte de su tiempo, y en el que, por lo tanto, debería ser más sencillo planificar adecuadamente el seguimiento y documentación de una especie.
En la pasada edición de FOTOFIO, Víctor Ortega, uno de los fotógrafos profesionales con una trayectoria más innovadora y con mayor proyección en la actualidad, realizó una presentación que logró una fantástica acogida por los que tuvieron la suerte de escucharlo en directo o a través de las diferentes redes sociales: “Cómo hacer fotografía de aves en una ciudad, ¿misión imposible?”.
Víctor nos mostró, a través de una muy hermosa colección de imágenes, que un territorio tan inhóspito para las aves —y para el fotógrafo de aves— como es la ciudad de Madrid, puede convertirse en un fantástico terreno de juego para un fotógrafo de naturaleza y, además, con un componente divulgativo como pilar fundamental de sus propios objetivos conservacionistas.
AEFONA se hizo eco de una de las principales demandas de nuestros socios —dinamizar la participación de sus miembros a través de actividades fotográficas en diferentes puntos de nuestra geografía—, y puso en marcha una iniciativa denominada «Un día en su vida», por la cual un grupo de socios de AEFONA pasaría un día completo con un fotógrafo de naturaleza de reconocido prestigio. Se decidió que el mejor estreno de esta iniciativa sería compartir con Víctor un día de fotografía en un entorno tan particular como es la ciudad de Madrid y sus alrededores.
Siete socios decidieron unirse a esta iniciativa y el pasado sábado 25 de marzo, a las siete de la mañana, se reunieron con Víctor en Madrid para salir con las cámaras al hombro a buscar imágenes de aves en entornos urbanos o con un significativo impacto humano a su alrededor.
Foto: Juan Pablo Plaza
Foto: Juan Pablo Plaza
La primera parte de la actividad se desarrolló en el parque regional del Sureste, en las lagunas cercanas al Soto de Las Juntas, lagunas de origen humano, fruto de la explotación de áridos que durante muchas décadas se desarrolló en esta zona.
La niebla que en esos momentos cubría las riberas del río Jarama y del río Manzanares añadía un punto adicional de interés al entorno y se confabulaba para convertirse en la mejor aliada del fotógrafo para emular parajes alejados pero en realidad realizados a muy poca distancia de la parada de metro de Rivas Vaciamadrid.
Zampullines, porrones, fochas, calamones comunes, etc., comenzaron a desfilar frente a las ópticas de nuestros compañeros, que tuvieron incluso la fortuna de documentar la cópula de una pareja de somormujos lavancos que estaban construyendo su nido a escasos metros de donde nos encontrábamos. Desde los inefables chochines, jilgueros, buscarlas o pájaros moscones, hasta varios ejemplares de torcecuellos se pusieron “a tiro” de nuestras lentes. La inexistencia de viento permitía que pudiésemos jugar con ventaja tratando la superficie de la laguna como la de un espejo, y los momentos de niebla nos invitaban a forzar la técnica, buscando imágenes más impactantes a través de recursos como la clave alta.
Foto: Víctor Ortega
Es especialmente interesante reseñar que a medida que avanzaba la mañana, una cantidad considerable de golondrinas y aviones comenzaron a volar sobre nuestras cabezas, siendo esta quizá la prueba más palpable de que estábamos inaugurando la primavera.
Una vez que se disipó la niebla, decidimos desplazarnos hasta la estación de metro ligero de Rivas, en cuyos alrededores hay una nutridísima colonia de cigüeña blanca. Era, sin duda, el mejor entorno para combinar, en un mismo encuadre, escenas propias de cualquier dehesa extremeña con el entorno urbano de una población al sudoeste de la capital. Este era uno de los terrenos de juego en los que Víctor ha desarrollado gran parte de su porfolio tras cientos de horas de “campeo” y, sin duda, su visión y conocimiento de la zona fueron especialmente valorados por todos nosotros.
A media mañana, a medida que sol comenzaba a apretar, decidimos cambiar de aires. Y nos dirigimos a un entorno a priori tan poco atractivo para la fotografía de naturaleza como un parque urbano ya en plena ciudad: el parque de Valdebernardo.
Foto: Covadonga Gala
Foto: Raquel Correa
Si en el Soto de las Juntas los signos de la intervención humana eran más que evidentes, en el parque de Valdebernardo la presencia humana era, sin duda, lo más significativo. Sábado por la mañana, Madrid, día de temperaturas primaverales…, decenas de personas paseando o incluso organizando picnics y fiestas de cumpleaños. Y entre ellos, pasando totalmente desapercibidas, aves que en principio no esperaríamos ver allí: golondrinas recogiendo barro en los charcos que se producían alrededor de las bocas de riego; pollas de agua que combatían con gran estruendo quizá en un escenario prenupcial; o, la estrella de la jornada, coloridos pitos ibéricos, que en estos parques urbanos cuentan con una cantidad nada despreciable de árboles de maderas blandas en las que crear sus espacios de nidificación, como los troncos de los álamos blancos que nos rodeaban.
A diferencia del primer entorno fotográfico, estas aves que habitan en parques urbanos soportaban realmente bien la presencia cercana de los fotógrafos, lo que nos permitió cambiar nuestras focales largas (mayoritariamente, ópticas que llegaban hasta los 600 mm de distancia focal) por objetivos más cortos y luminosos que nos permitirían buscar imágenes más oníricas, gracias a la plasticidad de su bokeh y, por qué no decirlo, al uso de todo tipo de artilugios que nos facilitaban la creación de desenfoques irreales entre nuestra cámara y las aves.
Finalizamos la jornada conversando sobre nuestras pasiones, la naturaleza y su conservación a través de la fotografía, y disfrutando de una charla final con Víctor acompañada de unos refrescos.
Foto: Víctor Ortega
El objetivo inicial que se había fijado AEFONA se alcanzó con creces, puesto que pudimos comprobar, en primera persona, que es posible disfrutar de la fotografía de naturaleza —tanto en su vertiente más documental o de denuncia como en su vertiente más artística— en un entorno realmente cercano para la mayoría de nosotros.
Ahora comenzamos a preparar la siguiente salida de AEFONA “Un día en su vida”. En breve informaremos de cuándo, dónde y con qué fotógrafo o fotógrafa se organizará el próximo trimestre. Estad atentos. Contamos con vosotros para acompañarnos en la siguiente actividad.