Revelando Reveladas – Ascensión Guillermo

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Continuando con la actividad “Revelando Reveladas” que Reveladas AEFONA realiza, el pasado 27 de junio revelamos, en una sincera entrevista, a nuestra socia Ascensión Guillermo, Ascen.

Pasamos aquí un extracto que se pudo ver en directo a través de la cuenta oficial de AEFONA en YouTube. Estas preguntas son tan solo una muestra. Pásate por nuestro canal de YouTube para disfrutar de la entrevista completa.

30-07-2021-revelando-reveladas-ascen-guillermo

Isabel Herrera: Cuéntanos un poquito de dónde vienes, dónde te ubicamos, tu infancia…

Ascen: Pues yo nací en Alhama de Murcia. Es un pueblo al sur de la ciudad… y, bueno, ahora es una población que tendrá unos 24 000 habitantes, pero cuando yo nací seríamos 10 000 o 12 000 nada más, por lo que la infancia que recuerdo es la infancia normal de una niña de pueblo, con mucha mucha vida en la calle, con los niños jugando y el entorno rural muy cerca; desde cualquier punto del pueblo enseguida te salías del casco urbano. Esa fue la infancia que yo tuve, tranquila.

I. H.: ¿Y qué te llevó a la fotografía de naturaleza?

A.: Fue un proceso natural, no fue una iluminación que venga de pronto, descubres una cámara y dices “¡¡Uy!! Yo quiero ser fotógrafa de naturaleza”. No, fue algo normalito. Aquí, cuando yo era niña, como opciones de tiempo libre para los jóvenes había muy poca cosa. No sé en el resto del mundo, pero aquí o te metías a la Cruz Roja o poco más. Yo tuve la suerte de entrar en una agrupación juvenil —un grupo Scout— y, claro, Alhama está ubicada en el valle del Guadalentín, tenemos el mar muy cerca y la montaña —Sierra Espuña—, o sea, Alhama está al pie de la sierra; entonces, de alguna forma, yo empecé a hacer fotografía de naturaleza por la sierra, porque en el tiempo libre siempre estábamos de acampada con los colegas, y yo realmente empecé haciendo fotografía de retrato de la gente que estaba a mi lado: de mi familia, de mis compañeros; pero claro, inevitablemente, la cámara ya empezaba a ir en la mochila y ya empecé a fijarme en el paisaje sobre todo. ¿Qué pasaba? Pues que yo al principio solamente usaba la película de blanco y negro y me resultaba difícil.

I. H.: ¿Por algún motivo el b/n o por azar?

A.: Por contagio. Yo empecé a hacer fotografías porque un amigo, que también estaba dentro del grupo, comenzó a hacer fotografía en b/n, se montó un cuarto oscuro y empezó a revelar; entonces, por inercia, yo empecé a usar película en b/n, monté también en mi casa un pequeño laboratorio y la verdad es que era muy difícil; yo lo que veía lo hacía, pero luego llegaba a casa y como que no me llegaba a satisfacer el resultado. Y ahí empecé a cogerle el gusto, sobre todo al paisaje. Luego ya comencé a utilizar diapositivas, la cosa mejora un poco, ya se veía algo más… y ya, definitivamente, a principios de la década de los 2000, cuando compré mi primera cámara digital, se me abrió un mundo bastante más amplio. Te puedo decir que empecé a aprender: el aprendizaje fue mucho más rápido con la digital que con el analógico. Y nada, esos fueron los inicios, así empezó la cosa, de forma natural.

I. H.: ¿A qué edad empezaste más o menos a coger la cámara?

A.: A los 15 o 16 años, por ahí. Entonces, ya llevo tiempo con el tema.

I. H.: En tu página web tienes fotografías muy variadas: macro, fauna, retrato… ¿Con qué tipo de fotografía disfrutas más o te sientes más identificada?

A.: Bueno, la verdad es que sigo disfrutando con todas, aunque lógicamente ha habido un cambio desde los inicios hasta ahora en la forma de mirar y de ejecutar la imagen. Una cosa que tengo que decir, ahora que me hablas de la web, es que no la tengo a mi gusto; soy un poco dejada con las actualizaciones y quizás, si la actualizara, sería muy distinta a lo que hay ahora… Y bueno, como te digo, la verdad es que sigo disfrutando de todo; por ejemplo, ahora te diría que la fotografía de fauna, que durante unos años estuve más interesada, ahora no la hago tanto; el tema de los hides, los fines de semana de espera, ya ha cambiado un poco el tema, y la verdad es que la fotografía para mí más cómoda sería el macro, porque te permite estar el tiempo que tengas que echar, sin prisa. Sabes tú que en el paisaje la luz marca el ritmo, y lo haces o no lo haces, o se te va la luz; si no has atinado en el encuadre, te has quedado a medias, es más estresante; y la fotografía de fauna también te imprime una acción que tienes que pillar. Sin embargo, si no hace viento, la florecita no se mueve, es algo más relajado, que puedes darle la vuelta si el fondo no te convence; entonces, para mí, es más relajante, más tranquila… Estoy interesada en todas; el paisaje sigo haciéndolo, pero, bueno, qué más o menos sigo interesada en todas.

I. H.: Además, tienes mar y montaña, tienes variedad… A veces, si una tiene mar, se cansa del mar; si tiene montaña, se cansa de la montaña y quiere variar, pero tú tienes de todo.

A.: Lo que pasa es que Sierra Espuña es un lugar difícil de fotografiar, es un bosque de pino carrasco y es una masa verde: excepto dos o tres hitos montañosos, que son los Morrones y las Paredes de Leiva, el resto es una masa forestal verde que resulta difícil, a no ser que tengas momentos de nieve o de niebla; aunque haya algún fenómeno meteorológico que le dé un poquillo de vida, es un sitio difícil pero bueno; sí, allí seguimos.

I. H.: Tras la captura de una fotografía ¿qué recuerdas normalmente al volver a verla?, ¿qué te trae? ¿Recuerdos? ¿Añoranzas? ¿Sensaciones?

A.: Pues mira, yo creo que cada fotografía es un mundo. Te diría que es la emoción que tú estás viviendo en el momento que haces la captura lo que vas a recordar. Que al final acabas recordándolo todo, porque ves las fotografías del viaje que hiciste el año tal a tal sitio y primero te acuerdas de dónde estabas cuando la hiciste, luego si ibas solo…, porque yo creo que eso es, que la fotografía es memoria, cada foto es un mundo. Por ejemplo, esta imagen, una bandada de estorninos, que la capturé esta primavera yendo al trabajo; yo trabajo aquí cerca, en el polígono industrial, cerca del pueblo, pero era la primera vez que yo veía una bandada a 2 metros por encima de mi cabeza. Esto está hecho con una focal de 70 mm, no tuve que coger un tele para hacer la captura. Entonces, hay fotos que no son tus mejores fotografías…, pero quien las ha hecho sí tiene un lazo emocional con esa imagen, que tú me dirás que tampoco es para tanto, pero la emoción… automáticamente me llega el momento que yo viví cuando la hice: cuando veo esta imagen, es la excitación, el nerviosismo, el ¡uff!… Y si nos pasásemos a otra imagen, pues es totalmente lo contrario: para mí, esta imagen es facilidad, comodidad, calma, porque la cigüeñuela estaba delante de mí y no se asustaba, no se movía, estaba tranquila, se movía despacio, me dio tiempo a enfocar, me dio tiempo a componer; entonces, la emoción es totalmente distinta. Cada foto es un mundo, pienso yo.

I. H.: ¿Esta también la haces cerca de donde vives, Ascen?

A.: No, esta la hice en Fuente de Piedra, en Málaga, pero bueno, aquí también tenemos donde…, aunque tan cerca no los pillo…, hay que moverse un poco más.

I. H.: ¿Y no te pasa con las fotos que, aunque no consideres la foto la mejor que has hecho… (yo recuerdo las primeras fotos que tengo… evidentemente, cuando tú coges las primeras veces una cámara, tienes la mayoría de fotos que son horribles y horrorosas), hay aquella que tiene eso, el momento en que tú querías lograr algo y te costó muchísimo, que siempre la recuerdas con cariño y siempre forma parte de tu historia fotográfica, aunque sabes que técnicamente no vale?

A.: Sí, algunas pasan por eso, por ese significado que tú estás comentando; y otras muchas, con el tiempo, se van cayendo de tu propia selección, quizás llevan 10 años en mi carpeta de preferidas, por decírtelo así, eran X y ahora quedan muy poquitas de esas primeras. Pero sí, hay algunas que son los inicios, tu primer logro, y esas se quedan como tu historia.

I. H.: ¿Prefieres fotografiar cerca de casa o te inspiran más los lugares lejanos?

A.: Bueno, pues ahí te diría que los lugares lejanos… sí, me inspiran más los lugares lejanos…, porque… no sé, creo que nos pasa un poco a todos, creo que necesitamos un cierto estímulo de cosas, de lugares, de paisajes, algo distinto a lo que estamos acostumbrados a ver de forma cotidiana. Por otro lado, sí es verdad que fotografiar lo que tienes cerca de casa te da la oportunidad de tener abierto el proyecto durante más tiempo y completarlo y refinarlo, porque, por ejemplo, este mosaico que estáis viendo aquí ahora mismo… son imágenes que yo he ido captando a lo largo de estos últimos años de lo que tengo más cercano a mi casa. Por ejemplo, están los Barrancos de Gebas (las dos fotos en la parte superior de los extremos), una zona que tenemos aquí pegadita al pueblo que está a 6 o 7 km como mucho, es un territorio que está declarado paisaje protegido, y da mucho juego; o las Minas de Mazarrón, o Rambla Salada… Son tres claves que tengo muy cerca de casa; entonces, claro, imagínate: llegas del trabajo, te asomas y piensas: “¡Qué luz se presenta esta tarde!”, y piensas en este sitio… y en cinco minutos estás allí; entonces, te va permitiendo poder hacer algo de forma continua. Y los viajes de fuera…, pues igual, si hablo de los barrancos, que conseguir 20 imágenes que me gusten, o con las que yo esté satisfecha, me ha costado cinco años…, pues sacar algo correcto de otro lugar más lejano me costaría cinco viajes, me imagino: es muy difícil, no sé, a veces existen los milagros…. Pero lo normal es insistir e ir más de una vez a ese sitio para poder hacer algo, porque está en condiciones, y en ese caso yo también tengo la suerte (aquí os muestro)… Yo vivo a las afueras y tengo una parcelita de terreno, con lo cual, están todas hechas aquí, en mi casa, en mi jardín; es otra cosa que cuando se presenta y tienes ganas, coges la cámara, te sales fuera del jardín y cualquier cosita la puedes captar… e ir jugando, experimentando, practicando…

I. H.: La pandemia… te iría bien también, ¿no, Ascen?

A.: Bueno, sí, no me dio mucho tiempo para esto, porque estuve liada con otras cosas, pero sí, sí. Esto es que el día que te levantas con ganas de cogerla y te sale, o ha llovido y tiene el rocío… y ya te estimula, entonces se pueden hacer todas esas cosillas. También tengo un pequeño hide ahí detrás montado, permanente, que son esas fotitos que veíais de los pajaritos…, pues también, a veces con el café con leche ahí, y a echar el rato… O sea, sé que sí, podría decirte… estimularme me estimula más lo desconocido para mí, lo lejano, pero que como tema práctico, siempre lo más cercano me va a dar juego.

I. H.: El mosaico que te hemos visto antes, Ascen, ¿todas son del mismo o son de lugares diferentes? Es que la primera a la izquierda, la que es blanca y roja, me ha gustado mucho.

A.: Sí, esa está hecha en las Minas de Mazarrón, que también está cerca, a unos 30 km más o menos; las que veis de sal cristalizada son de una rambla que hay aquí, junto al barranco, se llama Rambla Salada. Es muy curioso, muy bonito, porque es un cauce por el que normalmente pasa un chorrito de agua —aquí es muy raro que corra el agua, por la Rambla, porque esto es puro desierto, vamos—; entonces, en agosto es un espectáculo, porque normalmente la sal cristaliza y te encuentras formas, dibujos… Por ejemplo, las del centro, tanto arriba como abajo, y la de la derecha, de la hormiga, también; y no he puesto ninguna en la que aparezca un poquito de paisaje…, que hay unas formaciones terrosas que se reflejan en esa poca agua y parece que estamos hablando de un parque del Oeste americano…

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